Ya llego la Navidad
El camello cojito
LOS CAMBIOS DE PAPÁ NOEL
Llegó noviembre y Papá Noel empezó a organizarse para el arduo trabajo que le esperaba durante el mes de diciembre. Revisó en el ropero y se encontró con cientos de trajes idénticos: la vestimenta rojiblanca y el mismo gorrito. Sintió ganas de cambiar.
– ¿Y si este año uso otro traje? -dijo para sí.
Fue a anunciarles su idea a los duendes que estaban trabajando a toda velocidad en la construcción de los juguetes que iba a llevar el Viejito, como ellos lo llamaban cariñosamente.
– Dejen de trabajar un momento -les pidió Papá Noel- tengo algo que informarles.
Miles de duendes se reunieron alrededor de su querido amigo.
– ¿Qué sucede Viejito? -preguntó Kili, uno de los once duendes que integraba el Concejo Mayor.
Papá Noel acarició su barba que caía sobre el ombligo y dijo:
– Necesito un traje nuevo de tela azul que se las proporcionará el Cielo, con detalles plateados que solicitarán al Lucero y alguna Nube me obsequiará su blancura para la mochila donde llevaré los juguetes.
Los duendes se miraron extrañados y Kili se atrevió a preguntar:
– ¿Le parece necesario cambiar de atuendo cuando durante tantos años le ha ido de maravillas con el traje que…?
Papá Noel lo interrumpió:
– Todavía no he terminado, también deseo que me fabriquen una bicicleta que tenga todas las comodidades para andar en cualquier terreno, por tierra y por agua.
– ¿Y qué hacemos con el trineo y los renos?, ¿y con las campanitas de plata que los animales cuelgan de sus cuellos anunciando su llegada? -preguntó tímidamente Coqui, el duende adiestrador de renos.
– Este año los renos van a descansar y las campanas serán reemplazadas por una bocina que suene tan fuerte como para limpiar los tapones que provocan sordera en el Mundo.Dicho esto el Viejito Pascuero se retiró. Los duendes hablaban todos al mismo tiempo, estaban desconcertados:
– ¿Será una broma? -decían algunos.
– ¿Y qué es eso de los tapones? -se preguntaban frunciendo el ceño otros.
Kili decidió que el Concejo Duendecil se reuniera a la brevedad. Después de horas discutiendo organizaron comisiones que se encargaron de las diferentes tareas: la de los modistos, la de los bicicleteros, los terapeutas de renos y una comisión especial, para fabricar la bocina, formada por los duendes-luthiers.
Después de mucho trabajo los duendecillos terminaron con la tarea indicada a cada comisión. El Viejito se mostró muy agradecido porque todo había quedado según sus deseos.El 1 de diciembre Papá Noel estaba listo para partir. Los duendes le entregaron millones de juguetes junto con un pesado libro que en su tapa se leía “Listado de Niños Buenos”. Ese era el libro de consulta en el que figuraban las direcciones donde el Viejito debía dejar los regalos. Papá Noel subió a la bici super especial y revoleó por los aires el libro.
– Este año no cargaré un objeto tan pesado que no me sirve para nada.
– ¿Pero cómo sabrá a qué niños debe dejar los regalos? -preguntó Coqui.
– Donde haya un niño habrá un regalo.
– ¡Ooooh! -dijeron a coro los pequeños ayudantes.
Así partió el Viejito Pascuero, estrenando un bello traje azul con apliques de polvo de estrellas; una mochila confeccionada con una nube que se sintió halagada de servir para guardar juguetes; y una bicicleta inteligente, experta en adaptarse a cada ambiente y poseedora de una bocina gigante que al tocarla sonaba música apropiada a la situación, según explicaron orgullosos los expertos en hacer instrumentos.
Mientras el Viejito partía feliz con sus nuevas adquisiciones, el Concejo Duendecil llamó a Asamblea Extraordinaria para discutir sobre esa actitud inesperada de abandonar un libro tan valioso y que tanto trabajo les había dado confeccionar durante el año: el listado de los “chicos buenos”.
El Viejito Pascuero pedaleó tanto entre montañas, ríos, bosques y desiertos que su panza hizo plof y explotó como un globo. En Francia tuvo que recurrir a un sastre que le achicara la ropa porque el pantalón se le iba a caer. Cuando llegó al hemisferio Sur el calor lo convenció de cortarse el cabello y la barba; y cuando pasó por las calurosas playas del caribe, recortó el pantalón y se hizo una bermuda. El Viejito estaba muy satisfecho con su nuevo aspecto. En una plaza de México se detuvo para acercarse a los niños, pero los adultos lo miraban con desconfianza. Lo mismo le pasó en Ecuador, Venezuela, Brasil, Argentina, Chile… ¡en todos los rincones del planeta!
– Ji ji ji soy Papá Noel -decía a los pequeños que pasaban.
Los adultos no dejaban que los niños se acercaran y decían con desdeño:
– ¿Por quién nos ha tomado este flacucho?
– ¿Y dónde tenés la panza, eh?
– ¡Y qué risa más ridícula! Papá Noel se ríe jojojo, y vos te reís jijiji, ¡embustero!
Mediados de diciembre se acercaba y Papá Noel no había conseguido cumplir con su tarea. Eligió para detenerse la puerta de una juguetería, años anteriores era el lugar preferido donde padres e hijos se agolpaban a su alrededor. Pero este año fue muy diferente, el dueño de la juguetería lo sacó corriendo:
– ¡Váyase bien lejos de mi negocio que me aleja la clientela, viejo pordiosero!
Pronto la noticia de “un desconocido que se hace pasar por Santa Claus…” recorrió los noticieros del mundo. En la calle no se hablaba de otra cosa:
– Hay un loquifato que se hace pasar por Papá Noel flaco -dijo una maestra jardinera.
Repitieron la frase en la tele y en las puertas de las casas -en lugar de colgar los tradicionales adornos- pusieron carteles: “Cuidado con Papá Noel flaco”.
El viejito estaba cabizbajo, no sabía dónde esconderse, pero lo que más le preocupaba era que ningún niño recibiera su regalo.
Carta abierta de Papá Noel a las familias
Autora: Claudia Padula
Me permito escribirles desde la experiencia que me autoriza mi barba y mi cabello blanco y que, año a año, he ido forjando.
No quiero detenerlos, ni robarles mucho tiempo, yo sé que éste apremia y que todo tiempo perdido jamás se recupera. Pero justamente a ese punto quería llegar.
La primera lección que nos da la vida es que a cada paso vamos perdiendo algo, para ganar a cada paso cosas nuevas. Vamos perdiendo la inocencia maravillosa de la niñez, vamos perdiendo los afectos, la juventud, etc. Es que en este mundo que nos inventamos, día a día, tan lejos del real, no podemos darnos el lujo de ocuparnos de ciertas cosas, de permitirnos el respiro fresco y verdadero a nuestro encierro interior.
Pero a pesar de todo voy a tratar de convencerlos de que el mundo no es solamente un circulo gris que se transita con un poco de dolor, un poco de fatiga, y mucha prisa. Sino una caja de sorpresas donde cada uno puede encontrar algo que inaugure una sonrisa, que encienda una esperanza, que aliente una emoción.
Por eso te pido…
♥ Mirá a tu niño a los ojos, porque en ellos está la verdad.
♥ Brindale tu ayuda, no lo desampares.
♥ Escuchalo siempre, aprenderás algo nuevo.
♥ Ofrecele una hora de tu valioso tiempo.
♥ Jugá con él, cantá, reí, dibujá, sé feliz y sobre todo volvé a ser niño nuevamente.
♥ Acompañalo en todos los momento de la vida, ayudalo a crecer, no lo presiones, dejalo en libertad.
♥ Contale un cuento, emocionate y divertite con sus sueños y fantasías.
♥ Protegelo cuando sienta miedo y ganas de llorar.
♥ Abrígalo en el seno de tu familia, con seguridad.
♥ Tené presente siempre que un niño feliz es el tesoro más preciado de la vida.
Así lograremos un mundo distinto donde, día a día, lo reinventemos y transformemos en un lugar mágico.
Creo que vale la pena detenerse un instante y pensar en ello.
Si esto sucede aunque más no sea un instante me daré por satisfecho y sabré que mis palabras no han sido en vano.
Recuerden lo que dijo el Principito:
"Lo verdaderamente importante es invisible a los ojos”.
Entonces sólo resta decirles hasta pronto, hasta siempre y Feliz Navidad.Afectuosamente…
Papá Noel
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